█ La captura

Desde el sur hacia el norte se abría la Puerta de Sevilla, hoy desaparecida, donde nace la calle de nombre homónimo. Dirígete hacia esta calle, convertida hoy en una peatonal vía comercial, y avanza hasta llegar a una gran plaza.

La puerta de Sevilla, junto a las Puertas de Badajoz, Los Santos y Jerez conformaban las cuatro puertas cardinales principales de una muralla que cercaba una zona central dedicada al comercio desde el siglo XV: La Plaza Grande.

Allí comencé a ejercer como sanador hasta que la guardia me conminó a pagar unos aranceles que yo y mi amigo, no podíamos pagar pues acabábamos de llegar y teníamos el bolsillo y la panza vacía.

Así pues fuimos capturados por el alguacil con la intención de hacernos pasar noche en el calabozo y luego ser expulsados por no llevar credenciales. Ya el alguacil blandía su látigo contra mí, cuando un señor providencial le sujetó la mano para evitar el castigo, postulando a voz en pecho que no hay lugar para la violencia ante los inocentes y que él respondía por nosotros. Era Pedro de Valencia, profesor de Humanidades, latinista, helenista y hebraísta, y protector de las minorías judías y moriscas escondidas y protegidas en la villa. Protestó y protestó mucho sobre la forma de llevar un Estado, siempre contra el poder y las subidas de los precios, como el del pan, algo que continuaba un siglo después.

En dicha Plaza Grande en esquina suroeste, junto a un edificio de ladrillo semioculto por las palmeras, encontrarás el escudo de sus ancestros. Puedes seguir mi rastro indicando el número de roeles (piezas en forma de disco usadas en heráldica) que aparecen en el escudo. Memoriza este número pues son los dos primeros de la cábala que revela mi secreto. Sólo así podrás seguir mi rastro.