Avanza por la calle que parece estar mirando la calavera de la Susona y gira a la derecha cuando llegues a la calle Pimienta.
Cuenta una historia que en esta calle un judío puso una tienda de especias. Pasados los meses el negocio empezó a ir mal por lo que el judío empezó a blasfemar. Un cristiano que pasaba por allí le reprochó: ”No debes culpar a Dios de tus desdichas, ya que Él te ha dado mucho y debes estar siempre agradecido”. Arrepentido el mercader comenzó a llorar, y cuando sus lágrimas tocaron el suelo empezaron a brotar plantas de pimienta que le permitieron salvar su negocio.
Al final de la calle Pimienta verás una placa que homenajea a siete artistas que en esta calle tuvieron sus estudios. Indica el apellido de Lola y podrás seguir avanzando.